Desestimamos el valor transformador de las palabras. Las organizaciones necesitan relato cada vez que hacen balance y proyectan la visión del período siguiente.

Si no hay cuento, no hay historia; y en ausencia de ésta, el personal crea en el presente la que describe mejor su estado. Con el riesgo que conlleva dejar en manos del momento en que se vive, el diseño del futuro que se quiere vivir.

Es momento de escribir ahora los mensajes evocadores del mañana. Si los anunciamos, los repetimos y los escenificamos con comportamientos alineados con las palabras, conseguiremos generar en el presente dinámicas sincrónicas virtuosas que acelerarán la evolución.

El origen:

Cada día las personas, y también las empresas, necesitan un baño de elogios para aumentar su autoestima; palabras de gratitud, mensajes de compromiso, pragmatismo, realismo, optimismo; un lenguaje orientado a la excelencia, que renuncie a la mediocridad, que haga extraordinarias las personas que colaboran, que, a su vez, creen mensajes provocadores, originales, impulsores, potentes.

La práctica:

Del mismo modo que el comportamiento de las personas se puede gestionar y se escogen aquellos que facilitarán la ejecución de los objetivos y desactivar los que lo frenarían, podemos prever y elaborar una comunicación de calidad, que nos implique, que nos mejore, que nos renueve la voluntad de hacer posible la ejecución de la estrategia de la compañía.

Implementar el feedback como herramienta de innovación personal, orientada a mejorar el rendimiento del equipo, la eficiencia de los procesos y la pervivencia de las relaciones.

El aprendizaje:

La evaluación continua del sistema, la voluntad de mantenerlo vivo y dinámico en el tiempo, la revisión constante de las ineficiencias y el refuerzo de las conductas exitosas con la voluntad de orbitar en un círculo virtuoso que premie el trabajo en equipo, la flexibilidad, la capacidad de adaptarse al momento, la plasticidad, el empoderamiento.

SEREMOS LO QUE HAYAMOS SIDO CAPACES DE CREAR JUNTOS